Pues si, pasó Papá Noel y nos dejó muchos regalitos. Uno de ellos nos gustó especialmente, la foto gigante de Colás. También dejó un regalo solidario, la muñeca Rubis, cuyos beneficios van destinados a la ong "menudos corazones", fundación de ayuda a los niños con problemas de corazón. Y cosas útiles que nos hacían falta. Algún caprichito de sorpresa, vamos, que si, que pasó cargadito y se nota que nos quiere mucho, tantas visitas a Laponia tienen su recompensa.
Hoy es el cumple de mi prima. Marta y Sandra son mis primas hermanas, más hermanas que primas. Han crecido conmigo y por lo tanto es fácil encontrar fotos de hace mil años en las que estamos juntas. Marta es la cumpleañera, es la rubia, y Sandra es su hermana la que no es rubia para entendernos. Dos hermanas tan distintas como el día y la noche, pero hermanas. Cuando eramos pequeñas, solíamos pasar los fines de semana siempre juntas. Los veranos también. Cecilia (otra prima hermana)y yo les preparábamos fiestas los sábados, con un montón de regalos y hacíamos el show con bailes, juegos y todo tipo de sorpresas incluidos. En verano corríamos libres tiznadas de arena. Jugábamos en los setos a las tiendecitas y cantábamos canciones de Teresa Rabal. Ellas son las responsables de que no me quede ni un solo juguete de mi infancia con vida. Me acuerdo de ver dibujos navideños de Disney , Alicía en el país de las maravillas y llorar como magdalenas con David el gnomo. Recuerdo una noche horrorosa, las tres en la misma cama, muertas de calor y sin dormir por culpa de que Sandra se hizo pis. También los días en Arañuel, bañándonos en el río, disfrazándonos, haciendo obras de teatro, mascaras de papel y vídeos musicales. Hoy Marta cumple años y encima va a ser mamá muy pronto de una niña que se va a llamar Miriam, así que estoy especialmente feliz porque voy a ser tía otra vez y por eso y por ser 27 de Diciembre te dedico este post y ¡muchas felicidades!!!. Besitos a las dos!!, bueno, a las tres, que Miriam también cuenta.
Todos lo llaman Mosén Manuel. Tiene 90 años y es una persona de esas que dejan huella. Lleva 38 años montando el Belén del Hospital. Es un hombre que ha dedicado su vida por completo a los demás. Hoy he ido a ver el Belén, pero también a ver a Mosen Manuel, y no estaba allí. He preguntado por él. Me gusta saludarlo por muchos motivos que ahora os contaré. Cuando nos íbamos nos hemos cruzado y me ha hecho correr porque ahora va motorizado y no hay quien le alcance. Ya iba camino del sótano para estar presente y atender a todas las personas que se acercan a ver su regalo de cada año. En cuanto le he dicho quien era me ha conocido. Y es que Mosen Manuel me casó hace 8 años y él recuerda perfectamente el lugar elegido porque no es el suyo habitual. Me hizo un gran favor por aquel entonces, un favor que no olvidaré jamás y además fue un gran honor para mí que fuera él el sacerdote en mi boda. Me dió consejos que he seguido a rajatabla y que me han funcionado de maravilla. Es un hombre bueno, un hombre que consuela con su presencia a muchos enfermos, una persona especial de esas que es imposible olvidar.
Desde los años 50 se monta el Belén en el Hospital provincial. Cuando era pequeña disfrutaba y me ilusionaba especialmente el día que me llevaban a ver este enorme Belén que a los ojos de los niños todavía parece mayor. Es un Belén especial para mí. Se monta con mimo, con varios meses de antelación y sobre todo con mucho cariño. Abre sus puertas a todo el mundo. Provoca sonrisas. Alegra nuestra vida por unos momentos, transmite magia. Las miradas se mueven curiosas buscando las figuras, señalamos con los dedos los movimientos de aquellas que descubrimos. Hoy he ido a visitarlo, como cada año desde hace 32. Y como siempre, ha conseguido embargarme ese sentimiento de lo que es la Navidad y de lo que realmente significa. El diablillo de la foto también debe tener los mismos años que yo, porque lo conozco de toda la vida. Echas una moneda y el diablo se pone rojo y se mueve en una inclinación. ¡Qué distintas se ven las cosas cuando te haces mayor!, sin embargo, hay sensaciones que retornan con la misma fuerza que antaño, como si nada hubiera cambiado, como si el tiempo no hubiera pasado.
Hemos parado varias veces en este pueblo al regresar de algún viaje, pero hoy hemos ido allí adrede para celebrar el aniversario porque la semana pasada no pudimos celebrarlo como nos hubiera gustado por motivos laborales. Así que, para cambiar un poco de escenario, hemos ido a comer a Sarrión. Nos apetecía y nos lo merecíamos. Un placer disfrutar de ese olor peculiar que tienen los pueblos en invierno, a frío, a leña quemada. Las calles vacías, el eco de los pasos marcando nuestra presencia, alguna cortina que se corre a nuestro paso, la sensación de añorar una casa calentita, un pijama y una manta morellana. Sentirte forastero. Me gusta todo eso, porque es algo diferente y por lo tanto emocionante.
Compras, compras y más compras, llegó la época y por eso quería recordar que también existen tiendas de comercio justo donde con tú compra estás ayudando a cambiar un poquito el mundo y aseguras salarios para una vida digna, la no explotación infantil, la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto al medio ambiente y los derechos sociales. Si compras algo, ¿piensas de dónde viene?, porque como consumidores somos responsables de lo que compramos y estamos animando, fomentando o apoyando la forma en la que esa mercancía ha sido elaborada y por desgracia muchas veces la procedencia no resulta ética. Si quieres un regalo original y que además te permita ayudar a otras personas en peor situación que la nuestra, busca productos de comercio justo. Hay una gran variedad donde elegir y al mismo tiempo llevan implícito el espíritu de la navidad: la solidaridad.
Os dejo unas fotos de esas pequeñas maravillas que nos ofrece la naturaleza y que la mayoría de las veces pasan desapercibidas.
Nuestra excursión por Sierra Espadán en la parte del término municipal de Almedíjar, siguió por el antiguo molino del pueblo que está restaurado y parece que ahora sea de propiedad particular. Comimos en un castaño centenario, precioso. Un lugar con claras huellas del paso reciente del otoño. Crujían las hojas bajo nuestros pies , rompiendo el silencio , y nos divertimos un rato haciéndonos fotos tontas, adultos y niños, tirando las hojas y dejándolas caer sobre nuestras cabezas. Tras una foto de grupo,(íbamos con "Amics de Palanques"),continuamos la excursión hasta el barranco de Almanzor, una auténtica maravilla con rincones encantadores. En una de las fotos, salgo con Vanessa y ya que estamos le dedico el post a ella que es una persona muy especial.
El domingo visitamos una quesería artesana en Almedíjar. Nos explicaron todo el procedimiento de elaboración del queso, porque lo hacen uno a uno y de manera artesanal. Es curioso que tiene un sabor diferente si la cabra que da la leche come una cosa u otra. Si come naranjas o come bellotas, ya cambia el asunto. Y me llamó la atención especialmente porque en Cáceres, en el que yo llamo "mi pueblo", he visto hacer mucho queso, también de manera artesanal y la elaboración se diferencia un poco, el queso sale también con un color distinto y otra textura. Todo un mundo. A mi no me gusta el queso(aunque me encantaría que me gustara) pero la experiencia de meterme en una nevera llena de ellos me resultó interesante y el maestro quesero que ha continuado la tradición no pudo ser más amable. Este post se lo dedico a Teresa que por algo la llaman Ratolí.
